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Cómo iluminar el baño

La luz natural es sin duda la mejor luz. Sin embargo, aunque seas del reducido grupo de privilegiados que tiene un baño muy luminoso, en algún momento u otro tendrás que recurrir a la luz artificial. Más que nada, porque la noche llega igual para todos. Por este motivo, es muy importante tener algunas nociones básicas sobre cómo iluminar nuestro cuarto de baño para potenciar la decoración y convertirlo en un lugar agradable y funcional.

Cuando hablamos de cómo iluminar el baño, seguramente lo que primero que nos llegue a la cabeza sea pensar en los watios de las lámparas que vamos a colocar. Sin embargo, la iluminación es más que la potencia de una fuente de luz. Características como la tonalidad, la IP o la elección de la ubicación adecuada de cada punto de luz, es fundamental.

Y es que hay que tener presente que el baño normalmente es un lugar de reducido tamaño en el que se realizan acciones muy diferentes:; tomar una ducha relajante, maquillarse delante del espejo... Y como es lógico, cada una de ellas, requiere de una intensidad de la luz que muy diferente.

Entonces, ¿cómo lo hacemos? Antes que nada, hay que tener presente la siguiente premisa: La iluminación debe ser natural y versátil.

Una iluminación natural favorece que todo siga una misma línea homogénea en la que no se ven alterados los colores del mobiliario, revestimientos o el plato de ducha. Mientras que la versatilidad permite que la iluminación juegue un papel decorativo pero también funcional.

A partir de ahí, el modo más sencillo de construir un ambiente a través de la iluminación es dividir el baño según las zonas de uso. Para ello se trabaja con 2 conceptos: luz general y luz puntual. La primera ejercerá siempre de luz principal, mientras que la segunda servirá de apoyo para realizar determinadas acciones puntuales.  

Luz general

La luz general es la que permite crear el ambiente global y se debe parecer lo más posible a la luz natural. Suele colocarse en el centro del baño.

Nuestro consejo es que elijas luminarias de tonalidad neutra (igual a 4000k), que ofrezcan un buen rendimiento cromático y que tengan una baja emisión de calor. Además, debes fijarte en su índice de protección (IP) : protección frente al polvo y al agua. En un baño esto es fundamental ya que se trata de un lugar húmedo. La IP recomendada para la iluminación general es 44.

Por último, está el tema de la cantidad de fuentes de luz que serán necesarias. Este va a depender del tamaño del baño y de la altura de los techos. En general, en baños de hasta 6 metros cuadrados, con un plafón puede ser suficiente. En baños más grandes, suelen  necesitarse al menos un par de downlights encastrados para evitar que se generen zonas con sombras.

Luz puntual

La luz puntual es la que nos permite realizar sin problema determinadas acciones que requieren de minuciosidad: maquillarse, afeitarse... Normalmente hay 2 tipos de luz puntual: la de espejo y la de ducha.

La de espejo debe ser una luz uniforme que no produzca sombras. Para ello se suele instalar un aplique justo encima del espejo o cada vez es más común dispone de un espejo que ya incorpore iluminación. La IP recomendada es de 44.

En el caso de la luz de la ducha, se suelen optar por colocar un par de pequeños focos encastrados (direccionables) justo encima de la zona de ducha. Aquí, es obligatorio que tengan una IP 67, ya que es la única garantía de una protección total frente a las salpicaduras del agua.


La luz es un tema muy complejo que puede hacer ganar o perder a vuestro baño. Lo que os acabamos de contar no es más que una introducción muy básica pero con la que ya os pueden ir sonando algunos de los conceptos que se deben tener en cuenta.